Deseale el bien a otros. Su éxito no va a limitar el tuyo. Es más, cuando le deseas el bien a los demás, las cosas buenas llegan a ti.
Es la ley del retorno. Recibes lo que das.
Confío en el talento, trabajo muchísimo pero confío en el talento. Y confiar en el talento es meterte en un laberinto sin saber como salir, pero sabiendo que vas a salir. Eso sí, estoy convencido de que tu éxito depende más de la constancia que de tu talento.
Pienso que si mantienes la ilusión por cumplir tu objetivo acabas olvidando todo lo que en ocasiones desequilibra la balanza y te hace pensar si merece la pena o no.
Mi objetivo es disfrutar del día a día, disfrutar de cada entrenamiento, porque creo que ahí es realmente cuando tienes éxito. Si solo importa un resultado solo vas a ser un tío feliz el día que lo consigas. Por ello para mí es más importante saber que haces las cosas bien, a gusto, donde quieres y rodeado de la gente que tú eliges. Levantarse todos los días queriendo lo que haces.
Mi verano ha sido de pico y pala, doblando entrenamientos con temperaturas infernales y sacando adelante sesiones en las que no podía ni con los pantalones. Pero tenía claro que el 31 de agosto quería estar en los 50 km de Santander al 100%. Me lo había prometido y no quería fallarme porque de vez en cuando necesitamos hacer las paces con nosotros mismos y recordarnos que somos más fuertes de lo que la cabeza a veces nos dice.
¡¿Qué haces ahí corriendo con el buen día que está haciendo?!, exclamaba mi pareja cada vez que me veía encima de la cinta encerrado entre cuatro paredes durante los calurosos y húmedos días del verano asturiano.
Mucho me acordé de estas palabras cuando el sábado los termómetros marcaban veintipico grados y un 99% de humedad, minutos antes de darse la salida a una prueba a la que con mi particular forma de entender el deporte, que no deja de ser un fiel reflejo de mi particular forma de entender la vida, llegaba con 105 kilómetros acumulados en las patas durante los cinco días anteriores y una mochila de casi 130 semanales de promedio anual.
Y es que en una época en la que los "gurús" de las redes sociales nos dicen lo que está mal y lo que está bien a todas horas, parece que salirse del camino que nos quieren marcar no está bien visto. Cada persona es un mundo y lo que a uno le va bien, a otros no tanto. A mí llegar con esa sensación de "fortaleza mental" a la salida de la carrera me compensa toda la fatiga muscular que pudiera llevar acumulada.
Así, pasadas las 9:00h, sonaba el disparo de salida. Por delante 27 vueltas y pico al parque de La Vaguada para completar los 50 km previstos. Junto a mí, entre otros, atletas de la talla de Alberto Bravo (actual campeón de España de 100 km) y Fernando Rey (exinternacional con un palmarés envidiable). Yo, que en ese momento "me hice pequeño", me situaba en segunda línea para "no molestar más de la cuenta" pero con la seguridad de que tenía los deberes hechos y con ese grado de experiencia que los años, los daños y los kilómetros te van dando.
Mi táctica pasaba por completar los primeros 30 km sin salirme de mi Z2 (sabía porque lo tenía más que machacado que, en condiciones normales, a ritmos de 3:55/3:50 mi pulso no debería de superar las 150 ppm) para llegar a la parte final con la gasolina necesaria. Y así discurrieron los primeros 105 minutos de carrera, formando parte de un grupo cabecero de cinco atletas que nos íbamos turnando para marcar un ritmo que parecía venirnos bien a todos. Pero fue al paso por el kilómetro 28 cuando Fernando Rey hace un cambio brusco y se va unos metros por delante. Yo mantengo la cabeza fría y juego mis cartas.
Con Alberto Bartolomé, que había salido a "reventar calderas" ya descolgado del grupo y con Fernando por delante, veo como Alberto Bravo cede unos metros, momento en el que decido apretar una vuelta de tuerca para, tras completar seis kilómetros a ritmos en torno a los 3:47 min/km, dar caza a Fernando Rey, que no puede seguir el ritmo, y soltar definitivamente al (haciendo honor a su apellido) bravo atleta salmantino.
En ese momento, con la única compañía de Gabriel Palomera, atleta del Serrano Club Atletismo con grandes resultados en su palmarés, afronto los últimos 15 kilómetros de una prueba que estaba saliendo según el guión que me había imaginado en los numerosos pensamientos que había tenido los días en los que me planteaba si merecía la pena tanto sudor derramado y tantas horas robadas a los que me quieren.
Al paso por el kilómetro 40 aproximadamente Gabriel también cede (yo hago el paso de la maratón en 2:43:50) y me quedo solo en una primera posición que no me costaría mantener. Y es en ese momento, en esas últimas seis vueltas al parque, donde alimentas la mente de pensamientos positivos y te vienen a la cabeza todas las personas que te animan, te apoyan y te impulsan a vivir de esta forma que me ha hecho perder muchas cosas por el camino, casi tantas como las que fui ganando. Gente que siempre tiene una buena palabra para ti, un gesto de complicidad, una palmada sincera en la espalda. Amigos que habían decidido acompañarme para arroparme incondicionalmente en esta nueva aventura de la que, inconscientemente, les había contagiado.
Cruzo la meta y César Calleja (speaker de la prueba) me cede el micro para expresar en voz alta un pensamiento que me invadía en esos momentos:
Ganar siempre presta, para que nos vamos a engañar... Pero yo que ya llevo muchos tiros pegados, y que en el 95% de las ocasiones solo me esperaba un amigo (que dejaba a un lado su vida para acompañarme en interminables viajes en economía de supervivencia y ayudarme a llevar a buen puerto mis pajas mentales), cruzar la meta sabiendo que allí estaba toda la banda de Rock&Roll que nos unimos en torno a TRIatlónALtoNAlón fue muy especial, emotivo y emocionante.
Una banda capitaneada por Sonia García, una luchadora a la que la Esclerosis Múltiple le ha complicado su día a día y que nos ha hecho saber con su actitud que a la vida hay que cogerla como a los toros, por los cuernos. Una amiga que con su preciosa sonrisa me ha hecho ser un tío mejor en todos los aspectos. Porque la primera obligación de todo ser humano es ser feliz, la segunda es hacer feliz a los demás.
Gracias a la buena fe y las aportaciones de todos y todas los que han querido formar parte de este camino, conseguimos destinar 432€ a la Asociación Asturiana de Esclerosis Múltiple.
Dicho de otra forma, cada una de las 27 vueltas que di al parque de La Vaguada se han traducido en 16€ para la causa. Y no habremos arreglado el mundo, pero a buen seguro habremos hecho un poco más bonito el de unos cuantos.
Desde estas líneas quiero darle las gracias a José Antonio Soto y a todo su equipo, por una organización en la que se nota el cariño que le ponen desde que te inscribes a la prueba. Volveremos siempre que haga falta para devolverles tantas horas de trabajo en beneficio del deporte, del atletismo y del ultrafondo.
También quiero agradecer a todas esas empresas, entidades y personas que visten, calzan, alimentan, apoyan y respaldan las ilusiones de este humilde maratoniano popular que únicamente aspira a ser feliz.
- Distancia: 50,55 km
- Ritmo medio: 3:52 min/km
- FC media: 153 ppm
- FC máxima: 164 ppm
- Calorías: 3.137
- Cadencia media: 179 ppm
- Potencia media: 292 w
- Potencia máxima: 396 w
- Longitud zancada media: 143 cm
En cuanto a nutrición (Keepgoing) se refiere:
- 90 min antes de la salida: Creatina + Carbo charge
- A los 60 min de carrera: EnergyPro gel 75g
- A los 120 min de carrera: EnergyPro gel 75g
La hidratación fue a base de agua únicamente.
Las zapatillas utilizadas JOMA R-5000.
- Héctor Moro Díez: 3:16:41
- Gabriel Palomera Svensson: 3:25:10
- Fernando Rey de Paz: 3:27:04
Vivo con la certeza de que un día un empleado de la funeraria me afeitará. Pero hasta que llegue ese momento haré todo lo posible para que cuando me metan en la caja, cuando cruce al otro barrio, alguien me esté esperando con la puerta grande abierta de par en par y con la alfombra roja tendida para recordarme que en algún momento de nuestras vidas haya sido una buena influencia. Una buena persona.
Porque recordar que vas a morir es la mejor forma que conozco para no caer en la trampa de pensar que tienes algo que perder.
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