19 de octubre de 2021

EL MURO

Dicen los que entienden que "el Muro" aparece allá por el kilómetro 31 o 32. Que llega sin avisar y que te mina la moral. Que lo puedes superar si aprietas los dientes, bajas la vista, te concentras tan solo en la zancada siguiente y no piensas en ello, simplemente corres un paso más cada vez.

Parece que tiene que ver con el hecho de que el cuerpo humano no está preparado para correr 42,195 km y que la maratón te lleva más allá de las reservas de tu organismo, a terreno inexplorado, donde no se sabe como va a reaccionar, ni tú, ni tu cuerpo, ni tu mente.

El Muro es un sitio donde chocas con tu agotamiento, con los calambres, con el cansancio. Es un sitio donde tu mente dice ¡basta!, donde tu cuerpo parece no poder dar más de sí. Es un sitio duro, donde se pone a prueba tu fe en ti mismo y tu capacidad de superación. Es un sitio donde no te puedes esconder.

Porque correr nos curte, nos hace más fuertes. Cuando chocas contra el Muro, pero consigues reponerte y cruzar la meta, aprendes a vivir siempre exigiéndote lo máximo a ti mismo. Es saber que siempre puedes dar algo más, es no conformarte nunca. Saber levantarte de una derrota habiéndolo dado todo.

  Saber sonreír en la victoria 

y seguir siendo humilde.

Correr (correr maratones) nos enseña a ser mejores. Nos enseña a no tener miedo a nuestro Muro porque podemos pasarlo. Nos enseña a que cuando nuestra mente dice basta, nuestro cuerpo está al setenta por ciento. Por eso me gusta correr (correr maratones). Porque me hace ser mejor. Me enseña a conocer mis límites y llevarlos un poco más allá. A llevar mi muro un poco más lejos.

Así es como puedes sentirte frente a ella.

Mínimo.

Pequeño.

Insignificante.

Pero espera. Para el carro.

La maratón es inmensa, sí. Pero hay quien le planta cara con éxito.

Así que, sí, se puede.

Se puede correr una maratón sin acabar odiando correr para toda tu vida. Sin caer lesionado antes de cruzar la meta (o de haber llegado a la línea de salida). Sin pararte a estirar porque los calambres te machacan. Sin chocarte de bruces contra el muro y sentir que el mundo se para.

Se puede cruzar la meta llorando de alegría. Guardar el recuerdo de ese día para toda la vida. Sentirte maratoniano sabiendo que es una categoría más en tu identidad. Acabar la carrera machacado de dolores y estar al día siguiente pensando "¿para cuándo la próxima?".

Sí, puedes librarte de que te devore la maratón. A veces muerde y otras tú ganas. Pero para eso, importa la preparación y todo lo que la rodea.

Cuantos menos errores, más probabilidades de alcanzar tu éxito.

Tu superación.

Tu satisfacción.

Tu paz interior.


Ensayo y error.
La expresión ensayo y error consiste en probar una alternativa y verificar si funciona. Si es así, se tiene una solución. En caso contrario, se intenta una alternativa diferente.

Pienso que la propia experiencia es el mejor camino para aprender. Solo a través de las vivencias, aceptando los errores y los fallos, podremos sacar nuestras propias conclusiones para seguir adelante.

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