Pocas cosas se me dan bien, esa es la verdad. Correr, ayudar, guiar y acompañar a otros a que también lo hagan con cierto orden y criterio es casi lo único en lo que puedo "sacar pecho", sin venirme tampoco muy arriba.
Desde aquí quiero dar las gracias a todos los amigos fotógrafos que nos regalan su buen hacer en forma de imágenes y recuerdos para siempre.
Algunas tan bonitas como esta de José Luis Lastra que refleja el podio M-50 de la Media Maratón de Siero, en la que Noelia, haciendo escala en su camino a la Maratón de Zaragoza, no faltaba a su cita de los fines de semana con el cajón. Una imagen que refleja el resultado de muchas semanas haciendo las cosas bien, muy bien. Y yo, que además de compartir mi vida con ella tengo la responsabilidad de guiarla, acompañarla, motivarla... en el día a día, celebro estos pequeños logros suyos como si fueran míos. Porque hace tres años, cuando nos conocimos, "su sueño deportivo" era poder completar una media maratón.
¡Qué necesario es a veces echar la vista atrás para entender y valorar todo el esfuerzo y recordar de donde venimos!
"Solo los disciplinados son libres"
Siempre he pensado que hay un vacío en el mundo del atletismo popular, que es el servicio de liebre. Hecho en falta una aplicación o web en la que se ofrezcan liebres para las carreras desde el 5k al maratón.
Mucha gente que conozco, organizadores de carreras, también piensan como yo y por ello ofrezco este servicio desde aquí, una labor que ya he llevado a cabo con éxito en varias ocasiones y en pruebas de prestigio.
Desde 1h20min en los 21k hasta los 2h45min en maratón, prometo garantías de hacer una buena tarea.
Un trabajo que, en mi modesta opinión, no consiste en llegar a meta en el tiempo estimado para que en la foto salga bien, sino en marcar el ritmo y el paso por kilómetros con mínimas diferencias entre uno y otro hasta la meta, pendiente del/la atleta y todo aquello que le haga más fácil su carrera.
No me gustan las liebres que vocean y se vienen arriba (curiosamente) en las zonas con más público, como queriendo dejar claro su papel que, nada más lejos de la realidad, debería de pasar desapercibido sin hacer sombra en el camino de la persona/s que acompañas.
Un año más, el domingo volvíamos a la Media Maratón de Siero, un clásico del calendario asturiano que ya suma 35 ediciones, fruto de un gran trabajo que desde aquí quiero reconocer a todos los que están detrás de esta impecable organización.
Los que seguís este blog ya sabéis que me gusta "coger un globo" de vez en cuando; en algunas ocasiones (contadas) con el anís de guinda como protagonista, otras (la mayoría) con las JOMA puestas. Esta última es una labor muy gratificante, en la que siempre se saca algo positivo.
1h 24min era el tiempo pactado y con esa tarea tomamos la salida a las 10:30 horas para recorrer los 21,097 km que a través de continuos toboganes unen los concejos de Siero y Sariego. Un recorrido duro que hace especial a esta prueba.
Mi planteamiento era ceder un poco de tiempo a la ida para recuperarlo a la vuelta, que es mucho más favorable. Así, dosificando los esfuerzos para que la grupeta no fuera perdiendo más integrantes de los que el propio ritmo fuera "seleccionando" de por sí, llegamos al ecuador del recorrido con un minuto de retraso sobre el tiempo previsto. Por delante teníamos algo más de diez kilómetros para ir recuperando el terreno perdido, siempre pendiente de que ninguno de los compañeros que compartíamos vagón se quedara atrás.
Hablando con ellos para intentar hacerles un poco más amenos los últimos kilómetros, comentamos las edades que teníamos cada uno de nosotros. ¡Qué bonito y justo es el deporte que nos iguala y nos da la oportunidad de compartirlo con un chavalín de 19 años y otro joven de 56, entre otros compañeros que, con la fatiga acumulada después de más de 18 kilómetros en las piernas, afrontamos la parte final del recorrido!
En tiempo, como suelen ir los relojes con precisión suiza (aunque yo sea lo más parecido a un Casio con dos botones), encaramos los últimos 195metros de la prueba, momento en el que decido levantar un poco el pie para esperar a Pablo Minguela, el integrante más joven de la grupeta (y que a la postre sería el vencedor en su categoría), que había cedido unos metros. Así, juntos, cruzamos la meta para felicitarnos por el trabajo bien hecho y darnos un fuerte apretón de manos con todos los que me hicieron mucho más cálida una fría y lluviosa mañana, típica del recién estrenado mes de marzo. Porque, egos aparte, al final ese es el verdadero sentido, la verdadera esencia, de todo esto.
Un chocolate bien caliente con el que nos obsequiaba la organización para templar el cuerpo y a esperar que mi gente más cercana llegara sana y salva, también feliz, a la meta. En paz.
Antes de sentarnos a comer rematamos el domingo con otros 8,20 km para cerrar con más de 130 esta novena semana del año, que me sitúa a quince días de la Maratón de Badajoz.
Ayer cambiamos el dorsal que el calendario nos otorga y estrenamos categoría de "Veterano C". Con el deseo de que la vida me deje seguir cruzando metas rodeado de mi familia y amigos, soplamos las 45 velas.
Como anécdota que siempre me presta recordar, hace siete años, un 4 de marzo de 2018, día en el que cumplía 38 castañas, me proclamaba Campeón de España de Duatlón MD (GGEE) en Orihuela, uno de los logros deportivos que, desde el punto de vista de un deportista popular, más valor tienen para mí.
No quisiera cerrar esta entrada sin mostrar también mi agradecimiento a La Cuenca del Nalón por darnos voz y ponernos cara a la gente de a pie. Un periódico de tirada mensual gratuita que en su edición del mes de marzo le dedica unas líneas a mi paso por la Media Maratón de La Coruña.
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